PREGON DE SEMANA SANTA –2008

 

Pregonero: Don Francisco Gutiérrez Téllez

 

Cortes de la Frontera , 14 de Marzo de 2008

 

 

Es un honor y una gran satisfacción haber sido elegido para pregonar muestra Semana Santa de Cortes de la Frontera; pero a la vez es una gran responsabilidad manifestarme ante la mirada de la Santísima Virgen de los Dolores, a la que tantos cortesanos queremos, así como de tantas imágenes todas muy venerables y de un pueblo que nos acompaña bajo el techo de esta Parroquia cristiana y devota que vive la Semana mas emotiva del año con mucho fervor.

Aquí me presento ante vosotros en el mismo atrio, donde un gran numero de hermanos pregoneros que me precedieron, han puesto el listón muy alto. Sé que con la ayuda de la Santísima Virgen de los Dolores y con todo mi cariño e ilusión podré recordaros mis vivencias y mis sentimientos sobre la Semana Santa de Cortes de la Frontera, en mi niñez, en mi juventud y ahora en mi madurez.

Con todo mi respeto:


Sr. Sacerdote

Autoridades

Hermano Mayor

Junta Directiva saliente y los nombrados recientemente.

Queridísimos paisanos y amigos todos.


De la misma manera para mi admirado presentador, Don José Luís Vivancos Dueñas, por sus afectuosas, cariñosas e innecesarias expresiones hacia mi persona.

Que sorpresa tan grande cuando hace un mes llamaron a mi puerta mis paisanos y amigos Casillas y Barroso, para decirme que querían hablar conmigo, de inmediato les hice pasar y me ofrecí para intentar ayudarles en lo que pidieran, como siempre hice y como siempre haré.

Durante esos instantes, nunca pasó por mi cabeza que venían para ofrecerme que hiciera el pregón de nuestra Semana Santa. ¡Que gran honor y sorpresa!


Mis primeras palabras fueron de agradecimiento por su elección, pero intenté explicarles que no renunciaba a tal elogio pero creía que podían existir otros cortesanos mejor preparados y con mejor "don" de palabra que yo y que debía pensar tan significativo encargo.


No sé ni que ni quien me empujo a tomar la decisión, pero muy pronto supe que quería hacerlo y que podría desempeñar tan importante encargo poniéndole todo mi corazón e ilusión.


Iniciaré mi humilde pregón recordando, claro está, a mis antecesores, que de forma inmejorable expusieron sus vivencias y sensaciones sobre nuestra Semana Santa.

Yo intentaré al menos igualarlos.

Mis primeros recuerdos de Semana Santa, me hacen regresar a los siete u ocho años, cuando siendo un crío, mi madre me inscribió como cofrade en la Hermandad solemne de los Morados y cristianos. ¡Que nostalgia me produce y que sensaciones y sobre todo que ilusión me supondría poder vestirme de penitente! Siempre acompañado de mi inseparable amigo y primo Pepe Luís Benito, al que como no iba a recordar con todo lo que viví a su lado en aquellos años.


De esos años solo tengo recuerdos de aquella hermandad a la que ya pertenecía, la Hermandad solemne de los Morados y cristianos, que acompañaba todos nuestros pasos con gran fervor y satisfacción, aunque de todos era conocido la existencia de otra gran Hermandad: "Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores", desaparecida en aquellos primeros años en que yo era cofrade, y a la que, al parecer perteneció mi padre como portador de trono, según fotos que mi gran amigo Diego Gutiérrez encontró recientemente.

No es hasta el año 1952, cuando se reanudó la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores. En un corto periodo de tiempo, un gran número de cofrades (250) hombres y mujeres, constituyen de nuevo la Hermandad realizando una gran labor de enriquecimiento de nuestra Semana Santa. En esta osadía colabora todo el pueblo (madres, novias, abuelas…) que en tan solo unos días confeccionaron 130 túnicas. Recuerdo también como las noches de novenas, los hermanos de la cofradía recaudaban las cuotas establecidas para sacar adelante la renacida Hermandad ( unas mas altas y otras mas bajas), llamando de puerta en puerta de cada hermano.


En esos momentos, no recuerdo por qué motivo, yo que desde pequeño había sido de los llamados "morados" me pasé a los "colorados", quizás serían los genes, ya que a ella pertenecía mi difunto padre.


A partir de ese momento, muchos amigos y paisanos como yo, de los que en estos momentos no quiero mencionar porque quizás esos recuerdos me entristezcan, llevamos sobre nuestros hombros durante muchos años a nuestra Santísima Virgen de los Dolores para procesionaria por las calles de nuestro queridísimo pueblo, por lo cual me siento muy orgulloso.


Con ese nombramiento y renovación de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús y María Santísima de los Dolores, así como la de la Vera Cruz comenzó una gran rivalidad entre ambas pero no de réplica sino de engrandecimiento para mejorar nuestra Semana Grande, cada cual intentaba y quería mayor número de hermanos, mejor comportamiento…


En aquellos años, durante la cuaresma, recuerdo que 20 días antes de la Semana Santa, se iniciaba todas las noches, sobre las diez, un novenario a Nuestro Padre Jesús de Nazaret colocado en su trono a la bajada de este Altar Mayor, y siempre acompañado por un gran número de hermanos (más de 100), todos vestidos de cofrades, con sus capirotes y claro está todo el pueblo de Cortes que asistía con gran fervor y emoción.


Después de los nueve días comenzaba un septenario a Nuestra Santísima Virgen de los Dolores, que también se colocaba en su estrado frente a Padre Jesús en el otro lateral del Altar Mayor, ataviada siempre con sus mejores galas por su Camarera y Directivos de la Cofradía de la Vera Cruz y también por sus hermanos y el pueblo en general.

Una vez transcurridos los siete días, el sábado anterior al Domingo de Ramos se desarrollaba un quinario a Nuestro Cristo Crucificado, acompañado por la Hermandad de la Vera Cruz con sus hermanos. En estos días un misionero que se desplazaba de Pamplona, "Padre Don Félix", que lo recordarán muchos de Uds., como yo, nos acompañaba y preparaba junto al Párroco para vivir nuestra Semana de Pasión. Tan entusiasmados estábamos los jóvenes con el Padre Félix, que quizás el que hoy os habla, como tantos otros, no le hubiera importado seguir aquel camino, y hoy en vez de padre de mis hijos, de los que me siento muy orgulloso, podría haber seguido hacia el seminario y hoy haber sido padre de almas.


Que cariño no le tendríamos a aquel misionero que cuando se marchaba, tras permanecer con nosotros toda la Semana Santa, todos le cantábamos al despedirlo: "Padre D. Félix no se valla Ud.

Que muchos cortesanos lloran por Ud."

Tras lo expuesto sobre mis vivencias y recuerdos de los días previos a aquella Semana Santa, permítanme detenerme muy brevemente en el DOMINGO DE RAMOS de los años previos a 1948 donde no teníamos a nuestra conocida y querida "pollinica".

Ante la ausencia de nuestro Jesús en su entrada en Jerusalén. Tras la Misa Solemne, el Ayuntamiento traía palmas blancas para la Autoridades, que una vez bendecidas, se procesionaban por los alrededores de la Iglesia acompañados por un gran número de feligreses.

El JUEVES SANTO de aquellos años a los que nos venimos refiriendo, era bien distinto al que hoy vivimos, los Santos Oficios eran anunciados muy temprano por el toque de campanas de nuestro campanario. Ya las campanas no volverían a sonar y todos los actos religiosos se harían a toque de traca.

A las seis de la tarde, (toque de traca), la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, elegía doce hombres para el lavatorio de Pilatos y se celebraba con ilusión por ser el sitio de los Apóstoles.

Ya bien entrada la noche del Jueves Santo realizaba su salida procesional Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna, que anunciado por el toque de traca, avisaba a los cortesanos que acudían a las puertas de la Iglesia para ver a las venerables imágenes en su recorrido por nuestras calles y plazas. Nuestro Padre siempre irá acompañado por la Santísima Virgen de los Dolores con sus ojos llorosos y de humillación ante la situación de su hijo. Recuerdo como esos tronos, portados con gallardía y cariño, van abriéndose camino en la oscuridad de nuestras calles y detrás un gran número de penitentes, hombres y mujeres.


También el VIERNES SANTO era bien distinto al actual. Muy temprano, antes casi del amanecer, el toque de trompeta nos despierta, aunque alguno no habíamos dormido, pensando en la solemne procesión de las Tres Caídas, tan admirada por los cortesanos.

Todavía de noche, pero con las luces del alba ya despuntando, Nuestro Padre Jesús con la Cruz a Cuestas sale en dirección a la Plaza del Ayuntamiento. Que bonito su andar lento y pausado por la Calle San Sebastián, su madre, Nuestra Santísima Virgen de los Dolores, va detrás en su búsqueda y hace su entrada en la plaza del Ayuntamiento por aquellos escalones que existían por la puerta de Paco Gilas (como decíamos antes).

La plaza está abarrotada de gente esperando ver a Nuestro Señor, pero que silencio tan grande, sin que nadie lo pida ni lo anuncie, es el instinto cortesano que espera el gran momento.

Nuestro Padre Jesús es llevado por San Juan en busca de su Madre, que al encontrarla cae de rodillas ante ella hasta tres veces. En esos momentos el silencio se rompe por una gran ovación y aplauso de los cortesanos.

Tras acompañar al Señor y a su madre al templo, ya es el momento de irse a casa a desayunar con las tan conocidas magdalenas (fechas en las que se hacían en nuestro pueblo). Pero hay poco tiempo, a las 10 de la mañana, nuevamente al toque de traca se anuncian los Santos Oficios, con concurrencia total de los cortesanos a la Iglesia.

Llegado el medio día, Nuestro Cristo Crucificado procesionará, suena el Himno Nacional, y los alrededores de nuestra Iglesia Parroquial están abarrotados de gente para ver la subida del Cristo por los escalones de la calle Laga, ¡que coraje y esfuerzo la de los hombres de trono para llegar hasta arriba, la subida hay que hacerla sin pausa ni descanso!

Es para verlo y no para contarlo. Parece que no cabe mas belleza: la hora, la luz, las calles, pero sí, vemos salir a nuestra querida Virgen de las Angustias con su cara de pena y tristeza, sentada bajo la cruz, llorando con su Hijo en los brazos, y detrás nuestra Virgen de los Dolores y todo el pueblo en masa.

Al atardecer, un nuevo toque de traca anunciando la hora del Santo Entierro, el pueblo entero y con sus mejores galas y luto quieren acompañar a Cristo muerto, nuevamente los alrededores de nuestra Iglesia se llenan de gente. El Santo Sepulcro va escoltado por tres miembros de la Guardia Civil, sus fusiles con los cañones hacia abajo en señal de duelo, y numerosas autoridades.

Delante le precede un gran número de cortesanas de mantilla de completo luto y detrás la Corporación Municipal y el pueblo entero como ya dijimos.

El camino por las calles de nuestro pueblo será largo y doloroso. El silencio que preside todo el recorrido es roto en ocasiones tan solo por la voz de algún cortesano que con su canto de saeta muestra su dolor por la muerte del Hijo de Dios y le pide a Nuestra Señora resignación.


Ya casi acabando este largo día y aunque estemos cansados, queremos y debemos acompañar a Nuestra Señora de la Soledad, que es llevada por los hermanos con gran porte y honor por la calle San Sebastián, ahí va, sola, a oscuras, vestida de negro. Su cara, iluminada por una pequeña luz que porta en sus manos temblorosas, refleja dolor. Los cortesanos como ella también están apenados y la siguen con máximo silencio y recogimiento hasta la Plaza de la Iglesia, donde el Párroco o misionero hablaba al pueblo en el "Sermón de la Soledad".


Ya el Domingo de Resurrección y tras la misa de doce, nuestro Cristo Resucitado sale a nuestras calles para anunciar su alegría, la Pascua de Resurrección.


Esas son mis vivencias de Semanas Santas pasadas que muchos habreis recordado con cariño y otros quizás ni tan siquiera conocíais.


No puedo acabar sin contaros que posteriormente hubo cambios, que permanecen hasta nuestros días. Veámoslo:


- El Domingo de Ramos ya tuvimos a nuestra "Pollinica".


- Los Santos Oficios de jueves y viernes pasaron a celebrarse por la tarde.


- Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna comenzó a procesionar el Miércoles Santo.


- Las Tres Caídas se celebran el Jueves Santo por la noche, aunque hay algunos cortesanos que piden a Dios que llueva el Jueves por la noche para que al amanecer del Viernes se puedan celebrar.


Después hubo años de altibajos, hasta que gracias a un gran número de hermanos cortesanos/as, en el año 1994, con gran ilusión, tesón y cariño lograron dar un cambio importante en todos sus aspectos a esos siete días tan nuestros. De inmediato os pusisteis a trabajar para adecuar tronos, imágenes, hombres de tronos, túnicas, etc. Y que durante muchos años habían guardado en el olvido. Poco a poco y sin pausa, dedicáis muchas horas y esfuerzos a este empeño, sin contraprestación ninguna a cambio. Por ello, desde este lugar en el que estoy os lo agradezco de todo corazón y os pido que continuéis con la misma ilusión y entusiasmo que tenéis para engrandecer nuestra Semana de Pasión.


Tampoco me puedo olvidar en este humilde pregón de las buenas saeteras que tenemos en este pueblo y que como no, también embellecen con su voz nuestra Semana Santa, gracias paisanas/os.


Y termino pidiendo disculpas por si con estos recuerdos míos he cansado o no han sido de vuestro agrado. Gracias a todos, simplemente por haberme prestado vuestra atención y tiempo.


Muchas gracias.


Cortes de la Frontera, 14 de Marzo de 2008.


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