PREGÓN DE SEMANA SANTA 2007

 

Pregonero: D. José Luis Vivancos Dueñas.

 

Cortes de la Frontera, 30 de marzo de 2007



Ante vuestra Divina presencia Señor Sacramentado, la advocación protectora de nuestra amantísima Virgen del Rosario, y nuestros Santos Patronos San Roque y San Sebastián, tengo el honor de dirigiros este sencillo pregón.

Reverendo Sr. Cura Párroco P .Rafael López Cordero.

Sres. Miembros de la Excma. Corporación Municipal

Sr. Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Hermandad de Jesús en su Pasión y Maria Santísima de los Dolores.

Hermanos cofrades, señoras y señores.

Agradezco al Hermano Mayor y a la Junta de Gobierno de nuestra Hermandad, el haberme permitido participar en los actos de nuestra Semana Santa desde este entrañable acto, y a mi estimada predecesora Mariángel por su amable y grata presentación.

Mi primer recuerdo de emocionado homenaje sea para todos los hermanos que nos precedieron, Hermanos Mayores, que dedicaron su tiempo y su ilusión a esta Conmemoración tan sentida, a los hermanos portadores de hombros doloridos, a los hermanos penitentes que con amor y humildad acompañaron los pasos, a las, camareras que adornaron los tronos, y vistieron a la Virgen con sayas y corpiños en la tranquila penumbra de la capilla vacía, a los músicos que rezan sus melodías' sin palabras, a las cantaoras de sentidas saetas, y a todos los que de alguna forma vivieron nuestra Semana Santa.

Es llegado el tiempo. Nuevamente volvemos a revivir los días en que Jesús se ofrece en holocausto por la salvación de la humanidad, un recuerdo de martirio y sangre que encuentra su finalidad en la esperanza de la Resurrección , y que año tras año los cristianos, celebramos con una mezcla de religiosidad y costumbrismo, de belleza plástica y sentimientos profundos de amor y Fe, y que definen nuestra forma de sentir, ante el hecho innegable del amor de Dios.

Vivimos un tiempo de desasosiego, con leyes contrarias a la naturaleza humana y a los Mandamientos Divinos, que nos producen un profundo dolor. La burla de nuestros principios mas sagrados, el desprecio hacia las personas y las instituciones de la Iglesia Católica , se han convertido en la excusa para destacar sobre unos valores de mediocridad, y es nuestro derecho y nuestro deber, el repudiar públicamente estos actos, y afrontar con la decisión que debemos y con los medios que Dios nos da, la defensa de nuestra forma de pensar, y de nuestros sentimientos religiosos; son en fin momentos difíciles, que sabremos superar, porque mientras representemos la Pasión y Muerte de Nuestro Señor por la calles de nuestro pueblo, mientras haya hombres capaces de portar los pesados tronos, y mientras acompañemos en silencio y devoción las Sagradas Imágenes, tendremos un camino de esperanza que deberemos recorrer, y como manifestación pública de nuestra Fe celebraremos la Resurrección con alegría, porque la vida ha triunfado sobre la muerte.

 

Comenzamos las celebraciones el Domingo de Ramos, conmemorando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la tradicionalmente conocida como procesión de La Pollinica.

Es una procesión, de gratos recuerdos infantiles; las palmas blancas, tejidas con cariño y habilidad, y que acompañaban a Jesús en su recorrido por nuestras calles, se ponían después en los balcones, renovándose de año en año, y manifestando públicamente nuestro sentir y en cierto modo solicitando una protección Divina para nuestra hogar .

Jesús sale temprano de Betania, rodeado de una multitud de discípulos y de habitantes de la capital, convertidos por el milagro de la resurrección de Lázaro.

Con esta numerosa comitiva y otros que se le unen por el camino, toma la dirección de Jerusalén, donde hace su entrada aclamado por todos.

Sobre una humilde borrica de andar firme y seguro, entró Nuestro Señor en Jerusalén. El Hijo de Dios, hecho hombre, escogió la más humilde de las monturas, y entre palmas y ramos de olivo, fue aclamado como Mesías, cumpliéndose así lo profetizado.

Procesión de alegría, que nos da la esencia de Dios, y explica a cuatro patas, lo que la altivez humana no puede entender con dos.

Miles de inocentes criaturas no nacidas, nunca podrán aclamar a Jesús, ni podrán llevar la rama de olivo, ni podrán sentir la alegría de saberse por El redimidos. El egoísmo, la necedad y la inconsciencia actual, justifican estas muertes como un símbolo de modernidad y libertad, negando al pobre ser indefenso su derecho a sentirse hijo de Dios.

 

Humilde, burra de amor

¡Que inocente animal!

.Cargando va sin ronzal

En sus lomos al Señor.

¡Que alegría, cuanto honor!

Pues asno quisiera yo ser

 

Y sobre mis hombros poner

Y sobre ellos cargar

Todo el peso que al amar

Mitigue su padecer.

 

Paseemos con alegría nuestra Pollinica, y aclamemos a Jesús como entonces, y con palmas y ramas de olivo proclamaremos ¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el Cielo y gloria en las alturas! Jesús, después de instaurar la Eucaristía , en la última cena que tiene con los Apóstoles, se dispone a comenzar su sacrificio, anunciando, que será traicionado por uno de ellos. Se retiran a orar a un huerto cercano, llamado de los Olivos, pidiéndoles que velen y oren con el, se separa y con el rostro en tierra, se dirige al Padre. Si es posible, que pase de mi este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya. Por tres veces busca en la oración a sus discípulos, y por tres veces los encuentra dormidos. Terminada la oración se levanta y Judas culmina la traición, mientras lo besaba.

 

A primera hora, Jesús es entregado a Pilatos, los judíos que lo acusan, quieren acabar cuanto antes, pero el romano no encuentro culpa en el y para contentar los, manda que sea azotado.

 

 

Miércoles, anochece, comienza el martirio, y en la penumbra, recordamos a Jesús atado a una columna, y azotado con violencia, hasta que la carne rota, deja asomar los blanquecinos huesos. Noche atroz, odio desmesurado hacia el inocente, que sufre nuestra culpa, y busca nuestra salvación.

 

 

Coronado de espinas, con un manto púrpura, y una caña a modo de cetro, Jesús como Rey de los judíos, es presentado ante los que le acusaban. Con el cuerpo cubierto de sangre seca, el rostro deformado por los golpes, y el dolor, el inmenso dolor del martirio sufrido, es humillado, pero nada de esto aplaca a los sacerdotes, lo acusan de blasfemo, y piden su muerte en la Cruz , muerte solo reservada a los criminales. Pilatos, lavándose las manos se proclamó inocente y lo entregó a los que le acusaban.

 

 

Sobre la piedra renegrida

De divina sangre cubierta

Sufre la violencia cruenta

En su naturaleza dolorida.

Y bajo la luz ya atardecida

Con la carne rota y abierta

Está la esperanza puesta

En su Pasión consentida.

Brota sangre de cada herida

Y al arrancar la túnica sagrada,

El dolor se lleva la vida

En la tela, de sangre empapada.

¡Que gran culpa era debida

Para ser con tu pasión tan bien pagada!

 

 

Calle Laga, dura piedra de escalones sembrada, que recorre Jesús, sobre la columna ensangrentada, y con el mecido suave de portadores sudorosos, pasa bajo las palmeras que cobijarlo quisieran y por calles angostas y quebradas bajo la luna y el cielo estrellado va de su pueblo acompañado en el peregrinar del martirio doloroso. Pueblo cortesano, que acompaña el sufrimiento, dando fe con su lamento en el cantar profundo y serrano.

 

Obligan a Jesucristo a llevar a cuestas la Cruz de su martirio, y sin fuerzas por el castigo sufrido, comienza su agonía camino del Calvario.

 

El jueves, ya anochecido, Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores acompañados de Juan y Magdalena se encuentran en su dolorosa Pasión, y en la Alameda por tres veces, Jesús cae. Su cuerpo, roto por el martirio, no puede con el peso del madero, está solo, ninguno de sus discípulos se atreve a ayudarlo, y se esconden entre la multitud. Solo su madre y Maria Magdalena, acompañadas de Juan, le siguen próximos a su sufrimiento. Los verdugos, obligan a Simón de Cirene a coger el extremo de la Cruz y cargarla sobre sus hombros.

 

 

Cae el cuerpo divino.

Sobre el duro suelo empedrado

Ignorado del discípulo amado

Para sufrir el fatal destino.

Por dos veces vencido sobre el camino.

Con su dolor a la Cruz abrazado

Solo, sangrante y derrotado

Cumple el presagio de su sino.

Su madre de dolor transida

Sigue la pasión redentora

Sintiendo que se le va la vida

Tras el martirio del hijo que adora

Y al padecer una nueva caída

En silencio, sufre y llora.

 

 

Semana Santa de la Fe cortesana

De tronos mecidos entre esquinas quebradas

Que a la orden del capataz, martillo sobre campana

Marchan los portadores con las espaldas encorvadas

 

 

Y la mujer, que descalza alumbra el camino

Para cumplir la deuda prometida

Mira a Jesús compungida

Y con lágrimas sentidas

Llora y reza callada.

 

 

Jesús, en el límite de sus fuerzas, es tumbado sobre la Cruz , y a ella son clavados sus manos y sus pies.

 

Mañana de viernes, de Vía-Crucis peregrino, que será la luz que alumbre el camino de la Virgen de las Angustias y el Santísimo Cristo de la Vera-Cruz .

 

 

Cristo Crucificado

Cristo de amor, a la Cruz abrazado

Cristo de Pasión redentora

Cristo de sangre purificadora

Cristo liberador del original pecado.

 

 

Sobre una montaña de lirios morados, y en la Cruz de tu martirio, quiero poner ante tus ojos a todos los injustamente acusados.

Con la madre llena de amor, que sufrió el dolor de perder a su Hijo, quiero poner ante tus ojos a los hijos por sus padres abandonados.

Con la angustia de unos novios sin vino para su boda, quiero poner ante tus ojos la pena de los que se sienten desgraciados.

Con los que aprendieron a llamar Padre a su Señor, quiero poner ante tus ojos a los que se ven privados de sentirse hijos muy amados.

Con el hombre que regresó a su casa justificado, simplemente por reconocer su pobre realidad, quiero poner ante tus ojos la injustificable torpeza de los que se creen buenos y aun mejores que los demás.

Con las lágrimas purificadoras del que lloró amargamente la cobardía de su negación, quiero poner ante tus ojos a los que de nada se arrepienten, y a los que desconfían de tu corazón.

Quiero poner ante tus ojos, con la ayuda protectora de la Virgen , todas las penas y desgracias, todos los males de los hombres que tu muerte lloran.

 

 

Delante de la Cruz los ojos míos

Quédenseme, Señor, así mirando

Y sin ellos quererlo, estén llorando

Porque pecaron mucho y están fríos

 

Y estos labios que dicen mis desvíos

Quédenseme Señor así cantando

Y sin ellos quererlo estén rezando

Porque pecaron mucho y son impíos

 

Y así, con la mirada en Vos prendida

Y así, con la palabra prisionera

Como la carne a vuestra Cruz asida

 

Quédeseme, Señor, el alma entera,

Y así, clavada en vuestra Cruz mi vida

Señor, así, cuando queráis me muera.

Rafael Sánchez Mazas

 

 

Sufre Jesús en su agonía al creerse por su Padre abandonado, pero hoy sabe que no está solo, que el pueblo de Cortes lo acompaña y desea compartir su dolor.

 

Maria, madre de Jesús, junto a Juan, el discípulo amado, y las santas mujeres, al pié de la Cruz sufren el desconsuelo de su agonía Virgen de los Dolores, Virgen de las Angustias, Virgen de la Soledad , Dolores, Angustias, Soledad. Cuanto sufrimiento se encierra en tan simples palabras, cuanto amor de una madre que consiente desconsolada el sacrificio del hijo amado.

 

 

 

¡Madre de Dios, anegada en dolores!

Siete espadas clavadas en tu pecho

Es el daño que todos te hemos hecho

Y la causa de que con pena llores

 

Sumida en tristezas y sinsabores,

Tu regazo para Jesús es lecho

Donde yace exangüe y deshecho

Para hacer trueque con los pecadores

 

¡Cuánto amor en tus lágrimas se encierra!

Y ese amor a tus hijos quieres damos

Que aunque estemos hechos de escoria y tierra

 

Deseas hasta los cielos llevamos

Madre mía ¿sabes lo que me aterra?

¡Que seamos capaces de olvidarnos!

 

Remedios Lorenzo

 

 

A su Divino Cuerpo abrazada, sufre la Virgen de las Angustias como madre atormentada y nosotros, acompañándola en la procesión de su dolor intentamos su consuelo, pero, ¿que podemos decirle que su pena alivie, como podemos sentir su atroz sufrimiento? Si es su rostro un lamento, si es su corazón un flagelo.

 

Semblanza de dolor, de paz y amor, que ve consumado el sacrificio y con su hijo en el regazo espera la resurrección Divina. El Cuerpo de Jesús es una pura llaga, pero su rostro está sereno y lleno de majestad, su madre lo acaricia y lo mira con amor.

Maria Magdalena, bendecida por el supremo perdón, que ungió con lágrimas de gratitud los pies del Maestro, y siguió con amor la cruel agonía, y Juan, el discípulo amado, el mas joven entre sus seguidores, el único que lo siguió hasta el pié del Calvario, acompañan a la Madre Dolorosa en la soledad de su tristeza.

Muerto JESUS, José de Arimatea, rogó a Pilatos que le permitiera llevarse el cuerpo, y este accedió. Vino Nicodemo con mirra y aloes y después de que Maria y las Santas Mujeres, lo lavaran con extrema piedad, y lo envolvieran en un sudario con las especies aromáticas, lo pusieron en un sepulcro nuevo, que nadie había utilizado.

 

Cuerpo inerte, silenciosa procesión de la esperanza divina

 

 

 

¿Quien presagió que tras tu muerte

Azotado, crucificado, y coronado de espinas

Pudiera el hombre sentirse indiferente?

Cuerpo roto por castigo atormentado

¿Quién podrá que con sus ojos así verte

Tenga esperanza de pensarte resucitado

Y por tu amor siempre tenerte?

 

Cuerpo frío y amortajado

¿Qué hace mi alma que no atina

En ver tu sacrificio consumado

Y dudar de la resurrección que vaticina?

 

Dame Dios luz en la mirada

Y Fe en mi entendimiento,

Para que con esperanza recobrada

Vea a Jesús en carne resucitada

Y en mi pecado, arrepentimiento.

 

 

Túnicas negras de costaleros, que son portadores de la más suprema dignidad, y con el rítmico retumbar de las horquillas en el suelo, llevan a Jesús a enterrar.

Procesión de silencio extremo que lo acompaña en su traslado, solo roto por el quejido amortiguado de los tambores enlutados, que Jesús ha muerto y va a ser enterrado, y está nuestro consuelo en verlo Resucitado .Negra mantilla, rosario de nácar, reza, recogida en su luto, la mujer cortesana, mientras acompaña y sufre con la Virgen , en su dolor, como buena samaritana.

Virgen de los Dolores, de brazos implorantes y honda pena en tu bonita cara de lágrimas llena, que recorre el Calvario, con el corazón de puñales atravesado siguiendo el martirio del Hijo inmolado, y nosotros, que acompañarte hubiéramos querido para poder ser paño que enjugara la sangre de Jesús herido, solo nos queda la esperanza de ser para tus lágrimas pañuelo, y para tu dolor consuelo.

Manto de dolor en oro bordado, velo de luto, negra tristeza, que sufre con entereza la Pasión del Hijo amado.

Maria Santísima de los Dolores, madre de pasión dolorosa, vuelve a tu pueblo la cara hermosa, y se con Dios mediadora, para que este sacrificio de redención, sirva al pecador que el perdón implora.

 

 

Maria se entrega al cumplimiento de la voluntad de DIOS y al servicio de los demás, la inmensa caridad de Maria por la humanidad, hace que se cumpla, también, en ella la afirmación de Cristo: Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos.

 

 

 

 

¿Es la pena lo que me ha movido

Al verla triste y enlutada,

O es la Fe tan deseada

Al saberme por tu sacrificio redimido.

Dime Jesús Crucificado

Merecí tanto amor,

Para tenerte hoy tan olvidado?

 

 

Cúmplase tu voluntad Dios omnipotente

Que acompañando a Jesús en su camino

Pide perdón el penitente

Y es la luz que en su destino

Alumbra su lacerada frente.

 

 

Marcha procesional de rítmica tristeza

Que adorna con paso mesurado

El dolor en su celestial grandeza

Del Cristo martirizado

y la saeta, que acompaña tu sufrimiento

Clamando, con la voz rota por la amargura

De la mujer, que con ternura

Sufre con tu madre el tormento.

 

Siete puñales clavados en el pecho, al ver al Hijo amado, en la Cruz ensangrentado, con las manos traspasadas, y en la cabeza, las llagas, que de las espinas sufrió, de infames manos coronada.

 

Sábado de madrugada, Maria sufre solitaria una pena que la traspasa, el dolor ante el recuerdo del martirio es insoportable, y sale buscando consuelo entre el pueblo de Cortes, que la espera con silenciosa devoción para compartir su sufrimiento.

 

¿Donde vas a llorar tu pena, Virgen desconsolada? ¿Hacia donde caminas desfallecida y enlutada? Déjanos acompañarte, y ser de tu silencio pregoneros, y ser en tu dolor, bálsamo, que alivie tu sufrimiento. Virgen de Soledad, que esperas la resurrección del hijo amado, danos el consuelo de poder rezar bajo el cielo estrellado y compartir la esperanza de ver a Dios resucitado. Recorre nuestras calles y ve por las casas preguntando, si alguien por tu dolor no tiene los ojos llorando, verás como este pueblo, que contigo sufre y llora, merece de Jesús el consuelo, de saberse por su amor perdonado. Soledad por amor martirizada, desconsuelo de sufrimiento por un calvario de amargura, en el silencioso lamento del corazón roto, nos tienes como hijos devotos para enjugar tus lágrimas y consolar tu desventura.

Déjanos que te sirvamos de silenciosa compañía, y veamos llegar el día y ser de tu peregrinar compañeros y esperar gozosos el lucero que calme tu agonía.

Virgen de Soledad madre amantísima, se de nuestra vida luz y guía, y que cuando esta llegue a su fin, tengamos el consuelo, de saberte junto al lecho, y como al Hijo amado, nos acunes sobre tu pecho, y podamos en paz morir.

 

¡Que inmensa, negra noche desolada,

Sus tinieblas de espanto, y de amargura,

Su frío desamor, su sombra impura,

Descendió sobre mi alma abandonada!

j Que triste corazón sin tu mirada,

Sin tu luz, mi Señor, sin tu ventura!

¡Que muerte sin tu amor! ¡Que desventura

Sentir mi sequedad, mi amarga nada!

Es la noche, es la sombra, es el no verte,

Señor, en la ceguera del pecado

La más amarga, cruel, trágica muerte.

Te tuve en mis entrañas sepultado

Tanto tiempo, Señor, sin conocerte.

¡Mas nuevamente, en mi, has resucitado!

 

Bartolomé Llorens

 

CRISTO RESUCITADO, esperanza que se ve cumplida, al estar la tumba vacía, y mis manos en tus heridas.

 

Jesús resucitado, se apareció a su Madre Santísima, a Maria Magdalena y a los Apóstoles, todos dieron fe, hablaron con Él, y comprobaron las huellas de los clavos y de la lanza.

 

En la madrugada del Domingo, sale nuestro Resucitado con alegría y alborozo, con cantos que ensalzan la grandeza del Señor, carreras para pregonar la buena nueva, y felicidad, mucha felicidad que disfrutamos y trasmitimos a todos nuestros hermanos.

 

Estar alegres, es una forma de dar gracias a Dios por los innumerables dones que nos hace; la alegría, es la manera mas sencilla y sincera de demostrar que tenemos conciencia de los bienes de la naturaleza y de la Gracia Divina. Nuestro Padre Dios, está contento con nosotros cuando nos ve felices y alegres, así que vivamos la alegría de la Resurrección y seamos transmisores de su mensaje.

 

Y en estos días que se avecinan, en que el sentimiento religioso, la tradición y las reuniones familiares llenan nuestras vidas, nos acordamos de aquellos que carecen de todo esto y pedimos a JESUS los tenga presente en el recuerdo de su sacrificio.

 

Y en su bendito nombre, y en el de su Madre Dolorosa, quiero expresar mi agradecimiento, a todos los que me inspiraron con su ejemplo, para poder hacer este sencillo pregón.

 

 

Muchas gracias por vuestra atención.

 

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