PREGÓN DE SEMANA SANTA 2014
Pregonero: Doña Isabel Téllez del Rio
Cortes de la Frontera, 11 de abril de 2014
A mi familia por sembrar
la semilla de la fe en mi
vida y por estar siempre junto
a mí apoyando todas mis decisiones. A la
memoria de mi tio Jacinto, por su ejemplo.
A Carito, por mostrarme otra
manera de vivir la fe, desde la
sencillez y la relación con Dios. Por
abrir mis horizontes cofrades. Por tu
acompañamiento espiritual y,
sobre todo, por tu amistad.
A Cáritas y al Seminario de Málaga,
por aquel primer campo de trabajo que
cambió mi vida y le dió sentido.
Al Padre Porras y a mi grupo de
los jesuitas, por mostrarme el camino
del discernimiento y encuentro continuo con Dios.
Padre mio, me abandono a Tí.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco.
Estoy dispuesta a todo, lo acepto todo,
con tal que tu voluntad se cumpla en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en tus manos.
Te la doy, Dios mío, con todo el
amor de mi corazón.
Porque te amo y porque para
mí amarte es darme.
Entregarme en tus manos sin medida.
Con una infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre.
Carlos de Faucoult
-Reverendo Sr. Cura Párroco Maiquel Hernández Montero
-Ilustrísimas Autoridades
-Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Hermandad de Jesús en su Pasión y María Santísima de los Dolores
-Comunidad parroquial y hermanos en la fe
Gracias Diego por tus palabras dirigidas hacia mi persona. Gracias también a tu familia.
Antes de comenzar dar las gracias a los amigos de la Junta de Gobierno de nuestra Hermandad por brindarme la oportunidad de ser la pregonera de este año.
Hace justo un año me pedíasis esta gran tarea que ha estado rondando por mi cabeza todo este tiempo.
Quizás no sea la persona mas adecuada para ello, pero os agradezco enormemente la confianza puesta en mí.
Añadir un agradecimiento más antes de continuar, la presente Junta de Gobierno junto a Carito me han enseñado a abrir los ojos ante una realidad eclesial, quizás un poco olvidada, pero de tan importante labor como la que haceis.
Chani, Pepe, Eleuterio, Paco y mi gran amiga Eli me habeis enseñado a vivir la fe desde la comunidad, como una verdadera hermandad y fraternidad. Gracias.
Gracias a todos los amigos y amigas que me acompañan a pesar de los kilómetros. Gracias por vuestra presencia, sabeis que me hacéis falta.
Gracias a mis predecesores pregoneros por la disponibilidad y el apoyo que me habéis mostrado.
Esta noche es como estar en casa, la parroquia junto a todos los que la formamos es mi gran familia. En ella he aprendido todo sobre Jesús y he ido creciendo en mi humilde fe. Aquí es donde he podido caminar, en donde he cometido errores y en donde he madurado en el Amor preferencial hacia los pobres.
Permitidme que tenga un especial recuerdo por todas esas personas que están viviendo en la pobreza y al margen de la sociedad, se me vienen a la cabeza tantos y tantos nombres de personas que viven en la calle y que sin ellos saberlo, han marcado mi vida y mi experiencia de fe. Pido al Padre junto con esta comunidad por todos ellos.
Mi experiencia de la Semana Santa está muy unida a todo lo que la comunidad parroquial ha ido viviendo cada año.
Precedida por la Cuaresma, ese tiempo austero y de silencio, en el que al igual que Jesús en el desierto, nos preparamos a vivir el acontecimiento más importante y central de nuestra fe: la Pascua.
La oración, limosna y ayuno nos preceden y como el Pueblo de Israel en el desierto caminamos hacia la gran liberación. Este año el Papa Francisco nos ha invitado a vivir una Cuaresma austera, dejando a un lado todo lo material que nos rodea para poner nuestro corazón fijo en Dios que "se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza" ( 2Cor 8,9).
Terminado este tiempo de renovación nos adentramos en los días centrales que fundamentan y dan sentido a nuestra fe.
Domingo de Ramos:
El Domingo de Ramos es la antesala de lo que vamos a celebrar estos días. El pueblo se despierta temprano para recibir al Nazareno. Parece el día de la juventud, los más jóvenes se agolpan en la entrada del Templo para llevar en sus hombros al Mesías. El Mesías, en cambio, aparece en una burrita, el animal inferior de Israel, no sirve para nada, la muchedumbre no deja de gritar: "¡¡Hossanna!!" Jesús sabe que está llegando su hora y quiere estar con los suyos.
Se le ve bajar por los naranjitos entre flores de azahar y llega al Templo. Aquí comienza la Eucaristía, bendecimos las ramas con las que alabamos y cantamos: Hossana Hey, hossana ha, Él es el Santo, es el Hijo de María, es el Dios de Israel, es el Hijo de David.
Es el día de la confusión, todos estamos alegres y damos culto a Dios, pero Jesús sabe que es el final. Todos cantamos con el salmista: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" y a la vez con el Pueblo judío gritamos en la proclamación del Evangelio: "Crucifícale, crucifícale". ¿Será que no hemos entendido su mensaje? Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos y este día precede a la mayor prueba de amor hacia la humanidad que ha habido en la historia.
Y Jesús entra en Jerusalén, por ti y por mí.
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Las calles huelen a bizcochos, suspiros, magdalenas, esperamos a nuestros familiares, arreglamos nuestras casas. En Jerusalén también había movimiento en esos días: el Pueblo se preparaba para la gran fiesta de la Pascua, Jesús como buen judío, también quiere celebrar la fiesta con los suyos y lo prepara todo. Quiere pasar sus últimos días con los suyos, ya no van a estar acompañados por la multitud, van a estar con el Maestro en la más estrecha intimidad.
Miércoles Santo:
Llega el Miércoles Santo, día de silencio marcado por las suaves melodías de nuestras bandas musicales. Jesús sale atado a una columna, ya va solo, sólo queda María junto a Él. ¿Y esa multitud que lo aclamaba hace días? ¿Qué ponemos por delante nuestros intereses o los de aquel que vino a anunciar el Reino? ¿Dónde queda la vida entregada por los más desfavorecidos?
Aquí tenemos el ejemplo más grande, dando Vida y dando la Vida.
Y Jesús fue golpeado por ti y por mí.
Jueves Santo:
La Pasión comienza con una fiesta , con esto Jesús nos deja claro que Él viene a dar Vida, a dar su Vida en rescate de todos. Todo está listo para esa fiesta, es la fiesta con el Maestro, pero a la vez hay un aire de confusión, ya que el Maestro ha venido anunciando en estos días que le van a entregar, condenar y abandonar. La profecía de Isaías comienza a cumplirse en todos los sentidos. Hay un cierto aire de tensión en la fiesta, pero Jesús está tranquilo y quiere disfrutar de este momento con los suyos, con aquellos hombres que dejaron a un lado su vida pasada y se dejaron cautivar por la mirada y el mensaje de Jesús. Sus vidas estaban vacías, rotas, llenas de encrucijadas,…y junto a Jesús habían encontrado la felicidad. ¿Cómo iba a terminar todo? ¿Cómo que Él no tenía donde reclinar la cabeza? Y allí estaban todos, pendientes de cada gesto y palabra de su Maestro.
En este día conmemoramos el día del Amor fraterno, el día del Amor de Jesús por cada uno de nosotros y es que el Maestro se baja a lavar los pies de cada uno de los suyos y nos pide que nos sigamos bajando a ver la realidad de la pobreza, de tantos hermanos que sufren y que no tienen lo suficiente para tener una vida, al menos digna. Porque sigue habiendo tantos pies que lavar en cada uno de esos hermanos que sufren la soledad, la falta de autoestima, la desesperación, la desilusión,… Porque sigue habiendo tantos pies que lavar en todos aquellos que buscan la felicidad pasajera, que viven sin ver más allá de su ombligo,…
Y Pedro se opone, al igual que yo me opongo a creer que esto se acaba aquí y que el hermano que sufre está perdido.
En este día, en el que Cáritas celebramos el Amor, agradecer a quienes me han dado la oportunidad de aprender de esta parte fundamental de la Iglesia, que hay esperanza para poder salvar al hermano más cercano.
Porque "nos amó hasta el extremo" (Jn 13, 1), porque vino a dar su Vida y a bajar a Dios a la tierra aun sabiendo que sus hijos tenemos pies de barro y que le necesitamos.
Llega el momento de la Cena, está todo listo. Juan reclinado sobre el Maestro, como tantas y tantas veces he podido sentir a Jesús en mi vida.
Los discípulos no esperan que el Maestro vaya a dejarles este gran legado: un mandamiento nuevo, que da sentido a sus vidas y se convierte en la Ley más importante: amarnos unos a otros. Y que trabajo cuesta esto y que me cuesta a mí vivirlo, pero tenemos que tenerlo presente porque fue su testamento, su legado. Él nos ama tal y como somos, admite nuestras debilidades y, por eso, aquel día escogió a un grupo de amigos que mostraran también nuestras debilidades. A mí también me ha puesto a amigos que me ayudan a vivir mí día a día y en mi caminar. Auxi, Carmen (Jey), Auxi Pino, Eli, Paqui, Rubén, Alicia, Bea, Andrés, Maribel,… Gracias porque me ayudáis a ser mejor persona y a madurar el fruto del Amor que Jesús nos dejó.
Porque nada vale la pena comparado con tu Amor , con ese Amor que nos hace hermanos y que nos une.
Llega el momento más esperado para Jesús, todo está preparado para beber el vino y comer el pan. De nuevo, Jesús sorprende a sus amigos, la cena no vuelve a ser como de costumbre.
"Este es mi Cuerpo y mi Sangre que se entrega por vosotros, haced esto en memoria mía" (1Cor 11, 24) porque Padre, tanto amaste al mundo que le has entregado a tu Hijo para que fuera nuestro Señor y nuestro hermano. Él manifiesta su amor para con los pobres y enfermos, para con los pequeños y pecadores. Él nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano, su Vida y su Palabra son para nosotros la prueba de tu Amor, como un padre siente ternura por sus hijos, así tú sientes ternura por tus fieles y nos entregas este memorial para que tengamos entrañas de misericordia ante toda miseria humana y seamos presencia viva de tu Cuerpo y de tu Sangre. Por eso, la Eucaristía es un espacio de encuentro con Dios y con los demás; para hacer de nuestras vidas una Eucaristía presente y viva en medio de quienes nos rodean.
Y Jesús parte, reparte y comparte su Cuerpo y su Sangre, por ti y por mí.
La Alameda está llena, todo el pueblo se ha congregado de nuevo para ver al Mesías. El silencio se apodera de la plaza, Mª Magdalena permanece junto a su Maestro que ahora carga con la cruz. Juan señala el camino a María. María sabe que este no es el final, pero ve a Jesús herido, de nuevo el silencio se apodera de nuestras vidas y Jesús cae tres veces por el peso de todas las cruces de cada uno de sus hijos.
"Quedaos aquí y velad conmigo" (Mt 26, 38), llega el momento de la Hora Santa y de acompañar en esta noche a Jesús. Sus discípulos se han quedado dormidos: ¿estaré yo dormida ante su mensaje?
Recuerdo desde pequeña la imagen de mi vecina Hipólita, Anita Rubio, Catalina Gómez y María García, como buenas discípulas acompañando a su Señor. Ellas junto al Monumento, testigos de fidelidad y entrega a su Señor.
En esta noche Jesús nos enseña que no basta pasear la existencia por este mundo. No es suficiente dejarse llevar entre los días y estar a gusto, pero sólo eso. Hace falta mucho más. Reír con verdadera alegría y llorar cuando toque. Amar en lo bueno y en lo malo. Encontrar motivos profundos y auténticos para avanzar. Construir algo que dure o al menos, intentarlo. Tener metas que de verdad merezcan la pena. Dejarse cautivar por los sonidos, aromas, colores, historias y proyectos de nuestro mundo. Esto es vivir con PASIÓN.
Jesús no reza por Él mismo, su Amor es tan grande que en el momento de la entrega reza por cada uno de nosotros, por los que están y por los que vendrán y todo lo deja en las manos del Padre. Nos sumergimos en la noche de la espera, de la intriga, la desesperación, la entrega, la traición, la negación, los golpes,… Un abanico de sentimientos que recorren las vidas de los seguidores y entra en juego la duda: ¿será realmente este el Hijo de Dios?
Judas traiciona y Pedro niega, pero este último se da cuenta que siendo humilde y desde el perdón, Jesús va a cambiar su corazón. Pedro se siente débil al igual que todas esas personas que se acercaron a Jesús a lo largo de su vida. Se muestra que el amor, el perdón y la misericordia de Dios son infinita, ya que el Padre no se cansa de perdonar a sus hijos.
Y Jesús fue entregado por ti y por mí.
Viernes Santo:
Comienzan a salir los primeros rayos de sol y los pajarillos comienzan a cantar. Un grupo de la comunidad guiados por la Cruz recorremos las calles del pueblo rezando el Vía Crucis. Después de una noche junto al Señor nos encaminamos a rezar cada una de las estaciones.
Jesús cae, se encuentra con María, la Verónica le limpia la cara, el Cireneo le ayuda,… ¿Cuántas personas han sido cautivadas por Él, cuánto Amor dado?
Llegamos a las Camaretas y allí junto a toda la Creación como escenario, se alza la Cruz. Jesús entrega su Vida definitivamente, pero es que la Cruz no fue el desenlace de un fracaso, sino el modo de expresar la entrega amorosa que llega hasta la donación más inmensa de la propia vida.
Llega la hora nona, sale el Crucificado presidiendo la procesión, "el velo del Templo se rasgó y todo está cumplido" (Lc 23, 44). Parece el final de una bonita historia que podría haber acabado de otra forma.
Las imágenes que en este día procesionan dan lugar a que la fe y el arte se armonicen para llegar al corazón del hombre e invitarle a la conversión.
Esa imagen de Jesús crucificado cautiva todas las miradas de los cortesanos y cortesanas que en este día se acercan a Él. A diferencia de lo que ocurre a los pies de la Cruz, el pueblo se ha congregado para verlo, pero dicen que no es moda toda esta historia del Amor a la Cruz y a Jesús, dicen que no entienden a esa gente que es feliz así por Él y para ti. Y es que cuando uno experimenta en su vida que Jesús está en la Cruz por ti, todo lo que brota del corazón es Amor y ese Amor se va contagiando. No se puede corresponder a ese Amor de otra forma que darlo y compartirlo con los demás.
Aquel día, Jesús podría sentirse abandonado, pero ¡no!, allí estaba aquel grupo de mujeres, que casi sin nadie saberlo acompañaron a Jesús en todo su caminar y a lo largo de toda su vida.
La pobreza tiene rostro de mujer, dicen los estudiosos de lo social, Jesús de nuevo rompe los esquemas y en los momentos más duros ensalza al más humilde, a aquellas mujeres que están junto a Él.
Juan, el más pequeño de los Doce, también se encuentra allí, es reflejo de valentía y de apostar por Aquel que ha dado razón a su existir.
Por otro lado, los dos ladrones, uno de ellos "vio y creyó", comprendió la lógica del Amor, comprendió todo aquello que estaba ocurriendo en los últimos momentos de su vida.
Se cumple lo que el profeta Isaías (Is 40, 1-8) escribió:
"Mirad a mi siervo, a quien sostengo,
mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él, he puesto mi Espíritu,
para que traiga el derecho a las naciones.
No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará,
el pábilo vacilante no lo apagará.
Promoverá fielmente el derecho,
no vacilará ni se quebrará,
hasta implantar el derecho en la tierra,
y sus leyes que esperan las islas.
Así dice el Señor, que creó
y desplegó los cielos,
consolidó la tierra con su vegetación,
dio el respiro al pueblo que la habita
y el aliento a los que se mueven a ella:
Yo el Señor, te he llamado
con justicia, te he cogido de la mano,
te he formado y te he hecho alianza de un pueblo,
luz de las naciones.
Para que abras los ojos a los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión y
de la mazmorra a los que habitan en tinieblas.
Lo antiguo ya ha sucedido y algo nuevo
anuncio, antes de que brote os lo hago oír".
Por eso, no lo quebraron y se repartieron sus vestiduras para cumplir todo lo que estaba escrito.
Jesús ve a su Madre y a su discípulo preferido, muchas veces al realizar la composición de lugar me he situado en esta escena, pero desde lejos; para mí resume una escena de gran significado porque Jesús nos entrega a cada uno de nosotros a su Madre y nos hace hermanos. Nos hace hermanos a unos de otros, es la universalidad lo que predomina y, en cambio, sentimos a los hermanos muy lejos y nos olvidamos de aquellos hermanos que más sufren y es que se necesita una punta de lanza que hiera la materia de esta tierra, que ame lo que enterraron los hombres y coloque en el lugar que debiera a tantos hermanos porque seguimos necesitando esa voz que grita en el desierto, luz que anuncia la Palabra, sal que evita corrupción, somos la punta de lanza.
En el Evangelio de Juan, las últimas palabras de Jesús son "Todo está cumplido" (Jn 19,30) y aquí junto a los pies de la Cruz, a mí sólo me queda decirte estas palabras que dan sentido a mi fe:
Jesús amigo, amigo bueno
vengo a decirte por qué te quiero
porque eres libre y buen compañero
porque eres Dios, y no te andas lejos.
Jesús amigo, Jesús hermano
ven a mi casa y tráeme tus clavos
quiero llevarlos siempre en mis manos
y así, arrancar los de mis hermanos.
Jesús amigo, Jesús pequeño
gran pensador de todos los tiempos;
palabra viva, salud de enfermos
calor para quien vive en el suelo.
Jesús amigo, Jesús obrero
el de María y un carpintero
que eres el rey de pobres y tiernos
porque contigo nadie anda huérfano.
Jesús amigo, ¡cuenta conmigo!
aunque mis años no sean muy dignos;
mira mi adentro, sincero y vivo
y en tu palabra quedaré limpio.
Jesús amigo, buen compañero
vengo a decirte por qué te quiero,
porque tu vida llena mis sueños
porque tu amor, me hace una mujer nueva.
Finalmente, "el sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Y habiendo dicho esto, expiró." (Lc 23, 45).
Y Jesús muere por ti y por mí.
Llega la tarde y la banda municipal entona una melodía que cada año resuena en nuestra mente. Jesús ya ha muerto y María, como buena Madre, le sigue, toda vestida de negro.
En el pueblo el silencio está presente y el puñal atraviesa el corazón de María, tal y como dijo el anciano Simeón.
Nos adentramos en la noche y se escucha el suave sonido del tambor, un camino de luces y velas acompañan a María por las calles San Sebastián y Real, la luna por compañera y todo un grupo de fieles rezando.
Imagino ese dolor de una madre que ha perdido a su hijo, pero a la vez, esa confianza y esperanza al saber que el Dios que un día la escogió no la abandonará, que la vida de su Hijo no puede acabar en un madero, que su ejemplo de vida y el anuncio que realizó va más allá.
Y junto a María seguiremos caminando, más allá de fracasos y golpes. Seguiremos amando, venciendo soledades y deserciones. Seguirá la historia, la memoria poblada y la espera impaciente de lo que ha de llegar. Uniremos los pedazos dispersos, los fragmentos de sueños, estrecharemos brazos heridos. Setenta veces siete alzaremos los ojos y retomaremos la ruta. Con otros, iguales de frágiles, iguales de fuertes, iguales de humanos, haremos surcos en la tierra fértil para seguir sembrando un Evangelio de carne y hueso regado con los anhelos más hondos, y crecerá, imparable, la VIDA.
Y Jesús entrega a María a ti y a mí.
Sábado Santo y Domingo de Resurrección:
De nuevo, amanece el día, Dios Padre permanece en silencio, rasgó el Templo y continúa mudo.
Tres días tuvieron que pasar para que María Magdalena, de nuevo una mujer, fuera al sepulcro a ver a su Maestro y allí con todas sus lágrimas y esperanzas se inquieta al ver que Jesús no está en el sepulcro y ese "María" (Jn 20, 16) que le devuelve toda la Vida.
Nos adentramos en el gran Misterio y sentido de nuestra fe:
Esta es la noche en que Cristo ha vencido a la muerte y del infierno retorna victorioso.
"Como la cierva busca corrientes de agua" (Salm 41) así cada cortesano y cortesana acude a celebrar la gran Vigilia Pascual. El altar luce lleno de flores, que anteriormente acompañaron cada paso de la Pasión, las mujeres del grupo de limpieza lo han dejado todo impecable y Jesús Resucitado está preparado para salir a todas las calles del pueblo para gritar: ¿A qué tú no sabes lo que ha "pasao" en nuestro pueblo, lo que ha "pasao" en nuestro pueblo? Cristo ha resucitado.
Las lecturas de esta noche recorren toda la Historia de la Salvación, toda esa historia de Amor de Dios hacia su Pueblo para culminar con el sentido de todo esto que hemos ido viviendo en estos días: "Se les presentó Jesús después de su Pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del Reino de Dios (…) y les ordenó: "aguardad que se cumpla la promesa del Padre" (Hch 1, 3-4).
Los discípulos estaban atemorizados, recordando toda la bonita historia que Jesús vivió con ellos, ahora tienen que volver a su rutina, a todo aquello que hace tres años abandonaron. ¿Fue esto lo que Jesús anunció? Y ¿todo lo que prometió?
Los veremos romper esquemas, gritar a los cuatro vientos que Jesús permanece vivo. Se sienten seguros y ahora tienen una misión preciosa que cumplir: "Id al mundo entero y anunciad el Evangelio y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos" (Mt 28, 19-20).
Al igual que a los discípulos contagiados por la Resurrección, quiero Jesús que me lleves donde los hombres necesiten tus palabras, necesiten tus ganas de vivir. Donde falte la esperanza, donde todo sea triste simplemente por no saber de Ti.
Para mí supone una difícil tarea hablar de la Resurrección, pero a la vez una gran alegría. Hay mucha gente que no entendió a los discípulos, todo aquello parecían visiones ante lo ocurrido, pero no, todo comenzó cobrando sentido desde el hacer frecuente la fracción del pan como centro, se saben enviados y con una misión, que es continuar el camino de su Maestro, cada uno de ellos dará su vida, siguiéndole hasta el final.
Resurrección es ese Amor del Padre que quiere quedarse en las vidas de cada uno de sus hijos, para que seamos felices por Él y para Él.
Teniendo lo más grande, que es la Resurrección, en nuestro día a día no reflejamos esa felicidad plena, no contagiamos ese Amor. Nos quedamos estancados en la tarde del Viernes Santo, por eso, queridos cortesanos y cortesanas os invito a correr un año más la cuesta de nuestra querida Camaretas para anunciar que Cristo ha resucitado. Que no nos quedemos anclados en la muerte. Los que hemos vivido la muerte de un ser querido sabemos lo difícil de la pérdida, pero no dejemos de lado la esperanza de que Dios quiere quedarse con cada uno de nosotros.
Resucitar es aquella experiencia en que te romperás a veces, pondrás todo en juego, apostarás por algo que te quitará el sueño y te dará la Vida ¡Haz que merezca la pena! .
Resucitar es ser luz en medio de tanta desesperanza en la que vive nuestro mundo.
Resucitar es ser sal para aquellos que no le dan sentido a su vida.
Resucitar es ser fortaleza para aquellos que se han quedado tirados en el camino.
Resucitar es ser para los demás.
Resucitar es continuar lavando los pies ante tanta miseria.
Resucitar es levantar o ayudar a llevar la cruz de cada día.
Resucitar es, en definitiva, vivir el estilo de vida que Jesús nos mostró.
Ahora queridos hermanos, nos quedan cincuenta días, que no han de quedarse aquí sino que han de prolongarse a lo largo de nuestra vida, para anunciar lo más grande que tenemos: Cristo ha resucitado y quiere habitar en cada uno de nosotros.
Ahora nos toca recorrer el camino de Emaús una y otra vez, hasta que reconozcamos a Jesús al partir el Pan y en nuestro día a día.
"Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros, como el Padre me ha enviado así os envío yo". Y dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid al Espíritu Santo". (Jn 20, 19-23).
Esta es nuestra tarea, con la fuerza del Espíritu Santo anunciar que Cristo sigue vivo en medio del Pueblo de Cortes de la Frontera.
Para finalizar hago mías las palabras de San Ignacio de Loyola, para que me impulses a contagiar Resurrección, al igual que os invito, querido pueblo, a ser signo de Resurrección:
Tomad, Señor, y recibid
toda mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad,
todo mi haber
y mi poseer;
Vos me lo diste;
a Vos, Señor, lo torno;
todo es vuestro,
disponed todo a vuestra voluntad;
dadme vuestro amor y gracia,
que esto me basta.
Que el Padre os colme de bendiciones para ser buenos testigos.
Muchas gracias.