PREGÓN DE SEMANA SANTA 2013
Pregonero: Don Diego Javier Gutiérrez Gutiérrez
Cortes de la Frontera, 22 de marzo de 2013
Tu me mueves, Señor ; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido.
Muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme en fin tu amor en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara.
Y aunque no hubiera infierno te temiera.
Reverendo Cura Párroco, Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Hermandad de Jesús en su Pasión y María Santísima de los Dolores, Autoridades, Cofrades y amigos todos.
Agradecimiento.
Quiero iniciar este pregón agradeciendo la presentación que de mí ha hecho Miguel Angel Mena Carrillo. Querido paisano y amigo, hombre de profundos principios cristianos a quien admiro mas desde su pregón del pasado año tanto por la esplendidez con que lo hizo, como por la valentía con que lo afrontó en las difíciles circunstancias personales en que se encontraba. Sus reflexiones y sus constantes citas al Evangelio nos mostraban la humanidad de su persona . La misma que ha mostrado en mi presentación. Por todo ello te digo: Gracias Miguel.
Mi agradecimiento a los que pensaron y confiaron en mí y a vosotros amigos, pediros que tengáis paciencia para escucharme y benevolencia a la hora de enjuiciarme.
Presentación.
Hay situaciones en la vida que pensamos que solo le ocurren a los demás sin embargo, las circunstancias se rodean y sin darte cuenta, te ves envuelto en acontecimientos que poco antes ni siquiera podías imaginar.
Esto me ha ocurrido a mí. Como diría nuestro ilustre Antonio García Barbeito : De repente estoy aquí. No soy el que os han dicho que soy , soy el que vais a oír; por ello, entendiendo que en nuestro pueblo hay personas muy cualificadas, no podía imaginar que nuestra querida Hermandad pensara en mi humilde persona para anunciar nuestra Semana Santa.
No obstante, pasada la sorpresa inicial y la indecisión que probablemente a todos nos embarga en esos momentos, la decisión de la Junta de Gobierno me hace profundamente feliz y estoy encantado de poder estar aquí con vosotros.
No se si podré estar a la altura que nuestra Semana Santa merece pero, ante esta propuesta , no podía negarme. Primero por colaborar con la Hermandad de Jesús en su Pasión y María Santísima de los Dolores con esta pequeña aportación a quienes tanto esfuerzo están haciendo para mantenerla. En segundo lugar me vino al pensamiento mi familia y muy especialmente el recuerdo de mis padres, que estoy seguro se sentirían profundamente orgullosos de esta decisión; y como no por mi mujer y mis hijos quienes, ante mi duda, desde el primer momento me mostraron su apoyo y colaboración. Sin ellos yo no estaría aquí.
Ciertamente la tarea no es fácil. Entiendo que un pregón , por sencillo que sea, debería ser tarea propia de experimentados pregoneros ó en cualquier caso, al menos de personas muy doctas en la materia. Por ello, esta tarde y desde aquí quiero expresar mi admiración, consideración y respeto para los anteriores pregoneros. Pero siento que han dejado sobre mi hombro un trono muy pesado, trono que ellos supieron llevar muy bien . Trataré de no perder el paso, de meter el hombro con coraje, cariño y humildad, de mecerlo con la firme determinación de poner lo mejor de mí para pregonar nuestra Semana Santa.
No tengo ni que deciros mi profunda vocación por nuestra Semana de Pasión, heredada de mi familia, que supo fomentar en mi sentimientos cristianos y profundas creencias religiosas. Así como la relación personal y familiar con el Cristo Crucificado y con las hermandades que lo procesionaron desde tiempo inmemorial. Son sentimientos que me nacen como atracción insostenibles desde los lejanos tiempos de mi infancia. Y como diría otra pregonera, mi estimada Mari Angel Rosso : " Después vino mi fe, se fue gestando, creciendo y viviendo cada año entre estas blancas calles, bajo este cielo azul y a la sombra del estandarte de la torre de la Iglesia."
Mis recuerdos.
Cuando intento dar forma a este pregón se agolpan en mi pensamiento cientos de recuerdos que desordenadamente parecen pedir paso en estos folios como si tuvieran miedo de quedar en el olvido.
Desde mi niñez, hasta el pasado año que murió mi madre, mi casa paterna durante estas fechas era como la casa Hermandad para la familia. El olor a alcanfor impregnaba todo y los viejos baúles abiertos de año en año, nos mostraban sus, para nosotros, sagradas reliquias de túnicas, capas, escudos y capirotes que durante todo el año reposaban en el silencio de su interior guardados como oro en paño para mostrarnos en estas fechas con todo su esplendor.
Luego planchados y preparados cariñosamente por mi madre y mi tía María ocupaban los mejores sitios de la casa y cada uno de nosotros buscaba el rincón adecuado para guardarlos hasta el momento del desfile procesional. Así, perchas, sillas, butacas y cualquier otro lugar se convertía en portador y vigilante mudo de aquellas reliquias.
Aquel ir y venir de los mas jóvenes porteando los adornos del trono desde la casa de mis abuelos a la mía donde eran depositados cuidadosamente, y que luego mi tía, camarera del Cristo durante toda su vida y sin permitir que nadie le ayudara, limpiaba y retocaba con delicadeza para que todo estuviera dispuesto.
Aquellas disputas de chiquillos, y no tan chiquillos, por llevar un varal en el traslado del armazón del trono hasta la Iglesia, como si quisiéramos hacer meritos para futuros costaleros. Por unos minutos nos sentíamos hombres y por nuestra mente pasaban imágenes de aquellos costaleros, para nosotros hercúleos, que bajaban el trono hasta el suelo y lo subían con el mismo ímpetu ante el aplauso de la gente.
Recuerdo con profundo cariño aquella mesa grande sobriamente preparada por mi madre, para todos, con su eterno menú de Viernes Santo: potaje tradicional y huevos nevados de postre y a la que todos acudíamos al terminar la procesión del Crucificado. La cara alegre con la que nos recibía al terminar preguntándonos como había ido todo, mientras nos despojábamos de las túnicas empapadas en sudor.
Especialmente el Viernes Santo, desde el amanecer, era mi casa lugar de recepción de familiares y amigos que poco a poco iban llegando desde distintos puntos a la cita con su Cristo. Recuerdo la inquietud de mis padres porque tal ó cual familiar no llegaba a tiempo para la procesión. Nunca faltó ninguno .
Llegado este momento, no puedo evitar que mis recuerdos se alejen mucho en el tiempo. Difuminadas escenas de aquellas cuaresmas de los años 60, donde la Semana Santa se vivía de otra manera. Impresionaban aquellos hombres de campo de facciones duras y piel curtida por el sol y el frío, cansados después de un duro día de trabajo, asistiendo a la novena, actualmente desaparecida, vestidos con sus túnicas "moradas" cuando correspondía a la Hermandad de la Vera Cruz, ó " coloradas " cuando era la de Nuestro Padre Jesús. Aquellas escenas se mantienen en mi mente como figuras plasmadas en un lienzo para la memoria de los tiempos, mientras en ese museo del recuerdo se escucha de fondo la saeta inmensa de Pepe el de María los Ángeles.
Son escenas que se grabaron en mi mente y que nunca podré olvidar.
EL pregón. Testimonio de Fe
Os confieso que al principio me agobié intentando preparar un pregón bonito, algo que os gustara a todos, que removiera nuestros sentimientos. Pero a medida que avanzaba y ante mi imposible poesía y mi torpe prosa, me di cuenta que no era eso lo importante. Lo importante era, con unas palabras u otras, conseguir que al final amaramos todos un poco mas nuestra Semana Santa, y si fuera posible ir un poco mas lejos y al menos durante estas fechas siguiéramos todos el ejemplo de Jesús.
En consecuencia , estos folios que os leo no son fruto de investigaciones en viejos archivos ni legados escondidos en rancias bibliotecas. Estos folios están escritos con el corazón, por lo que es probable que mis palabras no sean eruditas, que ni siquiera sean capaces de expresar mis sentimientos y solo queden en un balbuceo de emociones y vivencias personales.
Siento por primera vez la necesidad de ser poeta, de expresar los sentimientos con la grandeza que ellos lo hacen , de ser trovador de esta Semana Santa para llegar al espíritu del mas insensible. Pero como se que no es posible, pido a Dios por ello que me ilumine para poder expresar lo que siento y, aunque seguramente no digan nada nuevo, me gustaría que mis palabras no cayeran en la monotonía. Porque nuestra Semana de Pasión, no por repetida cada año, deja de ser nueva para todos los cristianos, siendo además para nosotros semana de reflexión.
En momentos como los actuales donde la sociedad es cada vez mas materialista, derrochadora y laica, se están perdiendo gran parte de nuestros valores morales y religiosos y a menudo se cuestionan nuestros principios, creencias y tradiciones.
Corren tiempos difíciles para los creyentes. Hemos alcanzado la prosperidad, a lo mejor, demasiado deprisa y el estado del bienestar parece no tener fin. Cree la sociedad que así alcanzará la felicidad, permitiéndose el lujo de olvidarse de Dios. Parece que no lo necesita, pero se está despreciando a si misma, tomando un rumbo probablemente hacia ninguna parte.
Pese a todo, y aunque este país se declare oficialmente aconfesional una gran mayoría seguimos siendo católicos. Somos cristianos y ahora mas que nunca estos acontecimientos deben unirnos en defensa de nuestra fe y en nuestra forma de interpretarla.
Pero no siempre resulta fácil mantenerse firme en nuestros principios como hiciste tu, Señor.
Sigo aquí, Señor, rezando
oraciones que aprendí.
Pero al preguntar por Ti,
sigo dudando, dudando.
Señor, por la duda ando
entre preguntas desnudas
esperando a que tu acudas
a despejarme neblinas.
Yo te arranco las espinas
¡ arráncame Tú las dudas ¡
Sigue ocurriendo, y así deseamos que sea, que cuando llegadas estas fechas un Cristo ensangrentado ó una Virgen llorosa rota por el dolor cruza el silencio de cualquier esquina, un nudo en la garganta se generaliza entre los presentes . Desde el niño que en brazo de sus padres con los ojos abiertos sorprendido observa, probablemente por primera vez el rostro del dolor, hasta el anciano curtido por mil batallas. Todos nos sentimos tocados en el corazón y mientras disimulamos alguna lagrima furtiva, la plegaria y la suplica invaden nuestro pensamiento. Cristo está ahí.
Somos nosotros, cofrades, costaleros , capataces, mujeres y hombres de nuestro pueblo los que, basándonos en la fe, en el esfuerzo y la entrega, hacemos posible el milagro de la representación popular de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Ponemos todo nuestro empeño , nuestro cariño, y para hacerla grande, no necesitamos lujosos tronos ni espléndidas bambalinas. Todo es igual. Aquí no tenemos la magnificencia de otros lugares, aquí no hay Macarena, Esperanza , Silencio ni Cautivo. Aquí lo suplimos con el corazón de los cortesanos que, unidos en uno solo con nuestra Hermandad, mecemos con el mismo orgullo a nuestros Sagrados Titulares.
Volviendo a citar a García Barbeito en su pregón. Decía algo así como : " Yo vengo de lo pequeño, de un lugar que solo tiene un Nazareno y un Cristo Crucificado para recorrer sus calles. Vengo de allí donde empecé a aprender la devoción de los míos , donde los que no sean de allí, lo mismo no podrán comprender -o si - que en esta tierra los hombres blasfeman con la boca cerrada y lloran como niños cuando ven pasar a Dios con la Cruz a cuesta."
Donde los muchachos quieren llegar a hombres para amarrar en un varal su pañuelo en cuyo nudo escrituran la vieja promesa de llevarlo siempre, de ser costalero como lo fueron su padre y su abuelo. A hombres de campo que por estas fechas, cada día al levantarse, miran al cielo con el dilema entre la necesidad de que llueva en primavera y el deseo de que no lo haga en Semana Santa.
En este sentido y al hilo de esta última referencia me viene al pensamiento el recuerdo simpático de aquel costalero que ante la decisión de la Junta de Gobierno de suspender la procesión del Crucificado por la amenaza inminente de lluvia y ante el desconsuelo que todos sentíamos, me dijo :
" Tenemos un Cristo tan campero que, como hace tanta falta, prefiere que llueva a que lo saquemos de paseo por la calle "
Nosotros somos así. Somos ese pueblo pequeño inmerso en este paraíso natural, donde las grandezas son realmente de otro tipo. Son el olor de la primavera, el aire fresco de la sierra, el ruido del agua ó el canto de los pájaros.
No sabemos por qué milagro la Primavera coincide con la Pasión y Muerte de Jesús . Parece como si quisiera colaborar para hacer mas llevadero tanto sufrimiento. Con ella nos aliamos y por nuestras calles compiten el olor a flores con el de la cera, el canto de los pájaros con las marchas procesionales, y la brisa de la sierra alivia el cansancio de los costaleros. Aquí todo es sencillo, pero no por ello menos bello.
Todo empieza con la alegre algarabía del Domingo de Ramos recibiendo a Jesús. Las calles se iluminan, el color amarillo predomina en el campo y su fragancia lo inunda todo. Entre palmas y ramas de olivos, los chiquillo corretean ajenos al sufrimiento que se avecina.
Pero poco dura la felicidad.
Llega la Pasión.
10 de la noche, Miércoles Santo. Estruendo de tambores, revuelo de pájaros en los aledaños de la torre, frio en el rostro. ¡ Padre Jesús esta saliendo ¡ .Su madre llorando va detrás. Siempre su madre detrás, seguramente pensando que le queda una esperanza, que aun lo puede salvar. ¡ Qué triste va !. Que triste pero que guapa.
Jueves Santo, Cruz a cuestas,
el cansancio va a mas.
Cae rodilla a tierra en la plaza principal
mientras su pueblo mantiene un silencio sepulcral.
Jesús cae tres veces.
Quisiéramos ser cirineos para poderle ayudar.
Ya no quedan esperanzas, el viernes espirará.
Por nuestras estrechas calles su cruz se balanceará.
¡ Date prisa capataz ¡
Que a las 6 de la tarde lo tenemos que enterrar.
Lo acompañan las mantillas en perfecto funeral.
Y cuando cae la negra noche, ya de luto , Soledad,
todo el pueblo va contigo en el pésame final.
La calle queda en silencio
cuando entras Madre mía.
Mas no estás sola María
Que en compañero me erijo.
Y al quedarte sin tu hijo,
tu Soledad es la mía.
Y para consolarte
¡ que te digo yo María
que no te halla dicho nadie ¡
No hay consuelo para la Madre. Tenía que ser así, traicionado, humillado y muerto. Con su muerte, comienza la obra redentora de Cristo en su Pasión. Su muerte será el puente que nos transporte a la Gloria de la Resurrección.
Cristo vivió para morir. Por eso nuestra Semana Santa no puede ser otra cosa sino vivir a Cristo en su Pasión y su Muerte.
Mis costaleros de hoy y de siempre.
Ahora en este atril me siento capataz de mi pregón. Siento que mi voz retumba en la plenitud de las arcadas de este templo, de mi templo, costaleros todos, mi gente que me estáis escuchando. Siento mi voz desnuda, intentando deciros lo que vosotros diríais mejor que yo.
Dicen que ser costalero se lleva en la sangre. Que es un oficio que se aprende y que es uno de los legados mas bonito que nos pueden dejar.
Ser costalero, hermano, cofrade debe llevar consigo una actitud cristiana que debería manifestarse en cualquier momento de la vida.
Hay que reconocer que los costaleros sois admirables y admirados, admirables por vuestro esfuerzo, admirados por tener el honor de llevar a Jesús ó a María tan cerca, porque llevando los tronos no hay bajos ni altos, estudiantes ni trabajadores, ricos ni pobres, solo hay hombres que sienten el honor de ser costaleros, y orgullo de dar su esfuerzo para engrandecer nuestra Semana Santa.
Ahora, me tenéis que disculpar. Tengo que ser algo parcial, a lo mejor incluso un poco egoísta, pero tengo que hablar de los míos, de los costaleros del Cristo, a los que con tanto orgullo mande, desde 1967, cuando a mis 15 años, el entonces Hermano Mayor, tuvo el atrevimiento de confiarme ese puesto y que con la ayuda de Dios, he mantenido ininterrumpidamente hasta el pasado año. Han sido 45 años de capataz, con los que me ha premiado el Señor.
Pero lo que podría suponer tristeza por dejar un puesto tan querido, se trasforma en alegría y agradecimiento al ver que mis hijos siguen la tradición familiar . Rezo para que Dios les ayude.
Vosotros sois mi orgullo. Caminar a vuestro lado durante tantos años ha sido como recoger las lagrimas que derrama el cielo cada Viernes Santo. Siempre puntuales, siempre dispuestos. ¡ Que fácil es ser capataz con unos costaleros tan buenos ¡.
Movimiento acompasado, duras escalinatas, bajadas hasta el suelo, las estrechas calles, el suave crujido de los varales, tu aliento de cansancio sobre mi oído , tu cara de penitente, tu sudor , me suenan a promesa, a tradición, a madre , a novia, a pañuelo, a candelabro, a claveles, me suenan a ti valiente costalero que llevas sobre tu hombro el peso de todo eso.
Llegados estos momentos, sin pretenderlo me vuelvo a poner sentimental y a mi mente acude el recuerdo de aquellos que ya no están, seguramente llamados por Dios para ocupar puestos mas importantes en el trono de los cielos.
Aquellos viejos costaleros que lo fueron hasta que sus fuerzas se lo permitieron, y después vestidos con sus mejores galas acompañaban a nuestros pasos procesionales en todo su recorrido. Su presencia era nuestra base espiritual, los garantes de la tradición en la que se apoyan los jóvenes sobre cuyos hombros crujen ahora los varales de los tronos.
Cada año se repite ,calle estrecha, costaleros con las cabeza por dentro de los varales, la Cruz temblorosa, los pies de claveles rojos, la sierra al fondo con el campanario de la Iglesia como testigo, y en mi mente el recuerdo de aquellos viejos costaleros, entre ellos siempre mi padre, mis tíos , mi querido Curro, Andrés García, y tantos otros que cuando ya sus hombros no podían, iban delante ,como coraza humana que quisiera proteger a quien todo lo puede. Mas recientemente, recuerdo a mi tío Victoriano, a Claudio y Paco López los tres últimos de mi cuadrilla llamados por el Señor seguramente para cubrir alguna baja de costaleros en el Cielo.
Como olvidar cariñosamente a mi tío Victoriano, siempre atento, par el mayor lucimiento de la procesión.
O a Claudio ( q.e.p.d. ) por su estrecha relación con mi familia. Cuando después de cuatro hijas, un poco con retraso llego su hijo varón, me dijo muy feliz " Este me lo ha mandado el Cristo para que me sustituya de costalero. " Hoy su hijo, sigue la tradición y lleva el trono en el puesto de su padre.
A mi querido Curro, que me decía que solo se ponía traje el Viernes Santo para acompañar al Cristo.
O aquel otro comentario entrañable de Paco López ( q.e.p.d. ) diciéndome : " Quiero a mis hijas mas que a nada en el mundo, pero me hubiera gustado tener un varón para que me sustituya en el trono". Estoy seguro que desde el cielo contempla como ahora lo sustituye su yerno y ya tiene un nieto que corretea por nuestras calles, y que en su día reclamará el puesto que llevó su abuelo. Hasta entonces todos los Viernes Santos desde algún lugar estará vigilante para que no le quiten el pañuelo que un día él le amarró.
Pero no todos son sentimientos tristes para este viejo Capataz. Cuando paso la mirada por mis costaleros, observo los rostros de jóvenes en cuyas facciones leo la sangre renovada de aquellos antepasados. Observo con alegría un relevo generacional absolutamente necesario., relevo que como no, también me llega a mi, y con gran alegría recibo la decisión de la Junta de Gobierno de la Hermandad, de nombrar a mi hijo Antonio como capataz de Paso de Cristo Crucificado.
Despedida
A iniciar este pregón os decía : " Soy el que vais oír ". Ahora me tengo que despedir diciendo: " Soy el que habéis oído ". Mi pregón esta visto para sentencia. Sirva como atenuante, que todo lo dicho lo volvería a repetir. Lo dicho es lo que siento y habrá muchas cosas que siento y que no habré sido capaz de decir.
En cualquier caso, estoy profundamente orgulloso de haber estado aquí. Gracias por la atención que me habéis prestado y tened la seguridad de que nunca olvidaré el día en el que tuve el honor de ser Pregonero de mi Semana Santa.
Ya en la despedida, quiero pedirte perdón, mi Cristo Crucificado, por no haberte solicitado permiso, por haber tenido la osadía de comprometerme a ser pregonero de tus sufrimientos, a hablar de ti con mi parco léxico y mi escasa preparación, por no haber encontrado las palabras adecuadas para..proclamar tu grandeza.
Yo ya me tengo que ir
Me está llegando el relevo.
¡ Mi Cristo Crucificado !.
Pero no te dejo solo,
Te entrego lo que mas quiero.
Bajo tu protección,
a mis hijos yo te dejo
uno de capataz ,
el otro de costalero.
Te pido Señor para terminar me permitas que mis últimas palabras sean para mis Hombres de Trono, mis Costaleros, de hoy y de siempre y aunque no esté delante de tu paso ni se oiga el golpe de la campana, me dejes que los mande por ultima vez .
Y con tu permiso, digo :
" Todos mirando a la Cruz, valientes, parejos, al Cielo con EL."
Muchas gracias.